Siempre que voy por la calle 84 de noche de vuelta a casa (para los que no saben en esta calle quedan varios bares de mi ciudad) llega un momento en que me parece eterna, incluso por momentos cierro los ojos y creo estar llegando a casa, pero no es así; tantas luces y un pésimo transporte público hace que la mente nos juegue.
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