A veces los adultos no piensan en los niños, pero los niños siempre piensan en los adultos. Quieren ser esto o aquello, ir a tal o cual lugar, pero siempre pensando en un futuro. ¿Qué tiempos nos empeñamos en dibujarles? Éstas mentes y sonrisas gigantes, bailan por la conservación de lo que hemos ido pasando de una generación a otra como un tesoro invaluable, una cédula que se lleva en el corazón, que nos identifica como ciudadanos de la alegría.
*Texto por http://www.elcantodelamosca.blogspot.com/