Siempre he tenido cierto temor, o mejor dicho cuidado al retratar la vida de los que no tienen voz o están marginados dentro de la sociedad, pues no quiero caer en aquel morbo que produce la pornomiseria y de la cual muchos realizadores les gusta lucrarse.
Mientras nosotros andamos por l vida haciendo ciertos planes o quejándonos de aquello que no tenemos; con esto no quiero decir que esta actividad sea mala, pero debemos reconocer que en exceso amarga la existencia de muchos de los que te rodean y a ti mismo cuando lo haces.
Los marginados muchos no tienen techo, mientras llueve nadie va por ellos a ofrecerles techo y quizás un chocolate caliente en esos días grises y lluviosos que paralizan a mi ciudad y a muchas ciudades del mundo, con la única diferencia que muchos duermen cerca de los arroyos peligrosos.
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